Un hecho alentador es que ambos gobiernos han expresado reiteradamente su compromiso con acatar el fallo, pero ¿cuál es la actitud de las personas?
Lamentablemente, tenemos razones para temer que el fallo, cualquiera que éste sea, ha de despertar entre las personas sentimientos contrarios al principio fundamental que está en juego: la resolución pacífica, civilizada, legal de las diferencias.
Si hay algo que los pueblos pueden aprender hoy es que lograr este tipo de resolución de las diferencias es mucho más importante que un pedazo de tierra o mar. ¡Qué diferencia con el espíritu militarista de 1879 o, incluso, de 1979!
Es tiempo que nuestros países empiecen a dar no sólo señales oficiales de respeto al fallo, sino de pedagogía política, estimulando entre los ciudadanos una sensación de victoria en el camino a la vida civilizada mucho más importante que unos puntos de crecimiento en el PBI. Asimismo, hay que anticipar y conjurar aquellas voces militaristas que creen que hoy es el momento de renovar arsenales, comprar tanques y demás. Hoy más que nunca es el tiempo de destinar los recursos públicos al desarrollo, a garantizar los derechos fundamentales de las personas, a desarrollarnos como una sociedad civilizada. Hoy que todas las fronteras están claras, es tiempo de pensar en políticas de desarme que pueden concordarse, o no, con los vecinos. Es tiempo de desminar completamente las fronteras (como se debió hacer desde hace mucho cuando se firmó el Tratado de Ottawa -Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonales y sobre su destrucción) y reemplazar las armas con materiales y equipos para el desarrollo del país. Es tiempo de fortalecer la integración con nuestros vecinos y compañeros de historia.
Perú y Chile tienen cada vez más lazos comunes que nos unen en la construcción de futuro, estos lazos necesitan fortalecerse eliminando todo chauvinismo estúpido (¿hay otro?) y el fallo de La Haya, cualquiera que éste sea, será una victoria conjunta de ambos pueblos sobre la barbarie que aún habita en las mentes de muchos peruanos y chilenos.
Este post se publica intencionalmente el 5 de abril de 2013, 21 años después del que esperemos sea el último golpe de estado en la historia del Perú. Valorar la solución civilizada de los conflictos es exactamente la mejor manera de ponderar el significado de largo plazo de opciones autoritarias que, aunque oclocráticamente celebradas en su momento, terminan siempre minando las posibilidades de vida civilizada. Tener presente que aún un alto porcentaje de peruanos abraza opciones totalitarias y celebra la barbarie es una obligación moral.
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