10 mayo, 2013

La tres veces coronada ciudad de los rompemuelles

Ahora que estoy conduciendo nuevamente por Lima me encuentro con muchas cosas que cabría comentar. Una que me ha llamado la atención sobremanera es la gran cantidad de rompemuelles que existen por todas partes.

Si uno mira con atención, un rompemuelles en un dispositivo físico que conmina a los conductores a disminuir la velocidad bajo el riesgo de maltratar su auto (de ahí el nombre "rompemuelles" para algo que en otras partes se conoce como giba). Ahora bien, ¿éxisten otros mecanismos para lograr el mismo efecto? Es decir, ¿hay formas no físicas, no impositivas, no amenazantes, de lograr el mismo efecto? Bueno, en muchas partes del mundo se usa un dispositivo distinto de modo aislado o en conjunción con otros elementos como se puede apreciar en esta imagen.


Para los que no hayan notado, la camioneta roja está detenida (no sólo ha disminuido la velocidad) siguiendo la indicación que aparece en la figura octogonal roja a su derecha. No sólo eso, se ha detenido detrás de una línea blanca que está pintada en la pista. Y todo esto sin que medie un bocinazo, un rompemuelles, un grito o alguno de los floridos recursos que pueblan nuestras calles. ¡Sorprendente!

Por supuesto que nosotros también tenemos las mismas señales en Lima y, es más, las usamos todas a la vez: signo de deternerse, línea en el piso, y rompemuelles, todo junto para ser más efectivos....

Evidentemente, la señal de pare funciona en un contexto en el que se verifican determinados supuestos:

  1. La gente la ve, le presta atención.
  2. La gente entiende su significado, no sólo la contempla.
  3. La gente entiende que no es un cartel, sino una norma destinada a que vivamos mejor, de un modo más civilizado,
  4. La gente se acostumbra a respetar, no concibe que deba actuar de otra forma,
  5. La gente sabe que si no obedece corre el riesgo de generar un accidente pues el que viene del otro lado confía en que todos actuemos civilizadamente.
  6. La gente sabe que si no obedece hay una posible sanción social que la misma gente que se ve amenazada por el comportamiento civilizado puede emitir.
  7. La gente sabe que si no obedece hay un riesgo: la autoridad puede averiguarlo y aplicar una sanción haciendo que el supuesto beneficio individual e inmediato de no hacer caso a la norma no sólo desaparezca sino que se torne negativo porque no sólo no gané tres segundos, ahora pierdo más tiempo y dinero.

Increíble todo lo que se oculta detrás de un simple hecho de la vida diaria. Si en Lima necesitamos rompemuelles es justamente por que estos elementos no funcionan y, lo más importante, todos estos (excepto el último) son independientes de un gobierno o autoridad política, y dependientes de nosotros mismos de modo directo (el último es dependiente de nosotros de modo mediado pues, a fin de cuentas, nosotros elegimos a las autoridades y les permitimos no hacer su trabajo).

¿Se acuerdan de la publicidad "un lunes cualquiera"? (verla aquí) Si bien era un poco inocente y condenada por ser una publicidad para una empresa que es sinónimo de pésimo servicio, dicho spot muestra un elemento clave de responsabilidad social que usualmente ignoramos: el Perú (y todas sus virtudes y defectos) no es el gobierno, sino nosotros mismos y está en nuestras manos mejorar.

Volviendo a los rompemuelles, éstos son un brutal testimonio de nuestra incivilidad y permanecerán mientras no cambiemos nosotros. Eso supone entender el valor de las normas como una forma de respetarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes (lo que supone asumir que TODOS son nuestros semejantes y no sólo los miembros de mi panaka).

El fallecido Juez Supremo americano Oliver Wendell Holmes alguna vez dijo que los impuestos son el precio que pagamos por tener una sociedad civilizada. Pero no sólo se trata de pagar el precio, sino de vivirla. Los impuestos son, en realidad, el precio que tenemos que pagar para proteger y asegurar la vida civilizada, pero ésta no se compra, sólo se practica.

Termino con una reflexión más sobre la incivilidad de los rompemuelles: hace unos días circulaba por la ciudad y veía con desesperación a una ambulancia tratar de avanzar en medio de un tráfico en el que casi nadie quiere ceder un centímetro de su "posición." Finalmente, logró pasar y tomar una ruta más despejada de autos, pero que que estaba plagada de rompemuelles. Me pregunto si aquéllos que deciden construir estos testimonios de barbarie alguna vez se han preguntado que pasaría si ellos mismos o sus famliares viajasen en ambulancias que tienen que sortear estos obstáculos. ¿Qué pasa cada vez que un vehículo de bomberos es frenado en su carrera por salvar vidas por la estupidez, la incapacidad y la incivilidad encarnadas en un rompemuelles?

1 comentario:

  1. Veo un ángulo -digamos epistémico- en esto, que tiene que ver con nuestra capacidad de predicción. Como individuos, como especie, y como sociedad. En estado natural observamos conductas y en base a ellas tratamos de predecir el comportamiento de nuestros congéneres o, vale, de los tigres que nos encontramos en la espesura. Los tigres son altamente predecibles: hay que correr. Los rinocerontes son erráticos, y por eso mismo mejor ni acercarse. Los semáforos en Lima favorecen conductas-rinoceronte; los rompemuelles favorecen conductas-tigre, es decir, predecibles. La combi frenará, al menos algo. La sociedad peruana mira su constitución y cree en la vida deductiva, en establecer principios generales que guía conductas particulares. La calle es inductiva: nos obliga a mirar conductas para inferir principios -ya quisiéramos que generales.

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