06 mayo, 2019

La escuela boba (I): Prólogo

Hoy es un día especial para quienes conocimos y gozamos de la generosa vida de
Juan Fernando Vega, el Negro.

Su partida es algo que a muchos nos cuesta procesar. En mi caso, a los pocos días de acontecida, empecé a preparar un texto que es el que ahora publico acá en diez partes. Es un texto pensado a partir de las innumerables conversaciones que tuvimos y las cosas que hicimos. Es, en cierta forma, mi testimonio y mi expresión de afecto, admiración y gratitud, hecho sabiendo que quedará corto para expresar todo lo que muchos quisiéramos expresar.


Empiezo a redactar este texto sin mucha claridad acerca de su destino. Lo hago, quizás, como una forma de empezar a lidiar con la partida de un amigo entrañable a quien, como muchas otras personas, debo mucho en mi vida y a quien considero, como muchos, que fue capaz de llevar una vida plena y feliz como quedó claro a través de las masivas manifestaciones de afecto y gratitud que siguieron a su accidente y posterior deceso.

Hace más de dos décadas, este amigo (bajo inspiración sanmartinense, imagino) juntó a un grupo de personas muy diversas que no sólo empezamos a trabajar juntos, sino que, al hacerlo, consolidamos amistades previas o desarrollamos nuevas de un modo que devino en la conformación de un pequeño núcleo al que nuestro amigo hoy ausente llamó “Los Bobos” (ése es el nombre que lleva nuestro grupo de chat, algo para lo que otros prefieren nombres más elevados como, por ejemplo, “mototaxi”).


Los Bobos somos un grupo de amigos unidos no sólo por nuestro capitán, sino también por nuestra ignorancia: juntos sumamos inmensos océanos de ignorancia que nos gustaría cruzar y que, a lo largo de nuestras vidas, hemos abordado, con limitadísimo alcance, en diversas playas, fracasando en muchas de ellas y avanzando unos pasos en algunas. Tememos a los sabios ya que desconfiamos profundamente de las decisiones que son tomadas desde la sabiduría pues aquéllos que ya saben ¿qué pueden aprender? Nuestro capitán siempre dio muestras, y eso es parte de lo que nos une, de que la vida tenía que estar marcada por un profundo sentido crítico dirigido a todas las cosas, al tiempo que por un profundo amor por todas las personas y los seres vivos.
Asimismo, los Bobos reivindicamos el otium, y no tenemos una relación buena con su negación, el negotium. En ese sentido, el trabajo es algo que hemos encarado como una actividad de disfrute y despliegue de nuestra curiosidad y ánimos internos y, por lo mismo, nos gustaría un mundo en el que cuando a un niño le pregunten ¿En qué trabaja tu p/madre? pueda contestar: él/ella no trabaja, sólo se divierte con sus amigo/as como, efectivamente, afirmó el hijo del Bobo mayor cuando se enfrentó a esa pregunta, en la educación primaria, hace unas tres décadas. En efecto, consideramos que el humor, el buen espíritu, la risa, y también la irreverencia, son elementos que tocan a una vida feliz y rica; por lo mismo, también nos resulta chocante la solemnidad de los sabios. En este orden de ideas, solemos identificarnos como marxistas a la luz de la labor desarrollada por Chico, Harpo, Groucho, Gummo, y Zeppo bajo el liderazgo de su madre, Minnie Marx.
Los Bobos hemos dedicado parte importante de nuestros esfuerzos a aprender un poco sobre el tema educativo. Esto parece obvio ya que, justamente, nos gusta aprender cosas y la educación parecería tener alguna relación con ello. Digo parecería pues lo primero que nos preguntamos es si esto es necesariamente así. De hecho, el sistema educativo peruano parece obedecer a algunas finalidades que no incluyen, justamente, que las personas aprendamos.
En nuestros intentos por abordar las grandes playas de nuestra ignorancia educativa nos hemos encontrado con muchas personas. Algunas de ellas nos preguntan (como si alguna vez hubiésemos tenido una respuesta, o como si alguno de nosotros se aferrase a cualquier atisbo de respuesta que alguna vez hayamos esbozado) ¿cómo debe ser la escuela? ¿cómo será la escuela del futuro?
Evidentemente, no tenemos la menor idea. Como siempre, sólo tenemos algunos principios o guías y muchas preguntas que creemos que nos ayudan a armar las respuestas que, indefectiblemente, se construirán con la acción compleja de las personas y el paso del tiempo y que, con seguridad, serán muy diferentes de lo que podremos imaginar hoy ya que encontraremos otras soluciones y surgirán nuevos problemas.
En esta serie de posts al que he titulado "La Escuela Boba" voy a abordar algunas de estas preguntas. Evidentemente, las cosas que diga serán todas íntegra responsabilidad mía y de ningún otro bobo. Confieso, sin embargo, que me hubiese encantado que el Bobo mayor hubiese revisado este texto antes que me atreva a publicarlo.

Continua acá.

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