29 marzo, 2013

1974

En 1974 un grupo de niños iniciaba sus clases de educación secundaria en un colegio de Lima. En ese año, el profesor de Educación Física que trabajaría con esa sección la mayor parte de la secundaria, ingresa a clase y empieza las labores de esos años. Este profesor hará que los chicos practiquen:

  1. Natación: cuatro estilos;
  2. Atletismo: 100 metros planos; 110 con vallas; 200, 400 , 800, 1500, 1600, 3000 y 5000 metros; obstáculos; postas 4x100 y 4x400; marcha atlética; lanzamiento de bala, disco, jabalina; salto largo, alto, triple;
  3. Gimnasia: barras paralelas, riel de equilibrio, taburete;
  4. Fútbol;
  5. Basket
  6. etc. (básicamente se excluyó las disciplinas para las cuales el colegio no contaba con infraestuctura y equipamiento)
En cada una de las disciplinas, el profesor brindaba instrucción y acompañamiento para que cada uno fuera capaz de completar las tareas. En cada disciplina, el profesor mencionaba diferentes estilos y se preocupaba escrupulosamente por que las cosas se hagan con rigor y con cuidado.

Más allá de lo anterior, en cada una de estas tareas, el  profesor fomentaba un profundo espíritu de compromiso, responsabilidad y de disciplina en todos y cada uno de los chicos. El profesor hizo exactamente lo que uno más puede valorar, combinó instrucción con formación en una experiencia educativa que cada chico disfrutaba y que impactó esas vidas para siempre.

30 años después, estos chicos, ya hombres maduros, estaban dispersos por diversas partes del  mundo dependiendo de sus diversas trayectorias profesionales y personales. Sin embargo, un grupo de ellos  empezó a rastrear a los demás y logró que estos compañeros de colegio se empezarán a reencontrar. En el reencuentro surgieron muchas historias, anécdotas y valoraciones de los años formativos. En el interim, el colegio había sido remodelado y cabía la posibilidad de poner en un muro determinado del remozado colegio una placa de la "promoción." Una promoción que hasta ese entonces sólo se identificaba con el año de graduación y la sección correspondíente. Así, alguno sugirió darle un nombre a la promoción y, tras varios intercambios por correo electrónico se concordó en nombrarla en honor a este profesor de educación física como gesto de gratitud por todo lo que el grupo había recibido de él. Ricardo Zapata es nuestro querido profesor que destaca particularmente en nuestros recuerdos y, sin embargo, era claro para todos que Ricardo fue un excelente profesor en medio de muchos buenos profesores que nos brindaron grandes enseñanzas en ese período formativo. En Ricardo Zapata también representamos a otros docentes que recordamos con afecto y gratitud.

Ese grupo de profesores hacía de nuestro colegio un lugar de profundo impacto para nosotros. Entre las muchas cosas que podría mencionar sólo quiero destacar una que me parece ilustrativa: en la biblioteca del colegio, leí el Origen del Hombre de Darwin.

Un grupo más pequeño de nosotros tiene una deuda de gratitud aún mayor con Ricardo. Este grupo empezó en 1974 a practicar marcha atlética (disciplina en la que Ricardo había destacado y que siempre le fue muy querida) teniendo a Ricardo como un entrenador entregado solamente por su vocación. Tres horas diarias, seis dias a la semana, cinco años (sin vacaciones) fueron los que ese grupo de chicos trabajó bajo la guía de Ricardo desde 1974. Al salir del colegio e ingresar a los estudios superiores, los horarios universitarios interrumpieron este esfuerzo que, sin embargo, dejó tras de sí varios récords nacionales de marcha atlética en todas las categorías de edades (infantiles, menores, juveniles y mayores) y diversas distancias.

Hace pocos días, los que integramos ese pequeño grupo, tuvimos la suerte de reencontrarnos con Ricardo en el Estadio Municipal de Atletismo de Barranco, uno de los tres lugares donde entrenábamos regularmente -junto con el estadio del colegio y el Parque Melitón Porras de Miraflores (del que prácticamente nos habíamos adueñado -un día fuimos con una cinta métrica y pintura, e hicimos marcas cada 20 metros a lo largo del todo el perímetro). La foto es de este reencuentro (foto tomada por un quinto compañero que sólo nos acompañó en esa aventura atlética durante un período corto de tiempo):

Christian Caballero; César Guadalupe; Ricardo Zapata; Fredy Ampuero; y Carlos Bustamante (quien se llevaba las medallas de oro)
Ricardo Zapata es exactamente el tipo de docente que todo niño debería tener derecho a tener (¿Qué otra cosa puede realmente significar tener derecho a la educación?). No sólo por la dedicación que demostraba su profunda vocación y compromiso, sino por que su conocimiento, rigurosidad, responsabilidad y disciplina terminaron siendo de un extraordinario valor formativo para esos chicos que siempre lo recuerdan (como lo hacen otros que tuvieron la suerte de ser sus estudiantes en los más de 50 años de docencia que Ricardo ha dado). Esta experiencia, por otro lado, muestra que la formación de personas no puede ser vista únicamente a la luz de exámenes de lectura y matemáticas más allá del inmenso valor fundante que tienen dichas disciplinas; la formación de personas es algo mucho más complejo que esto.

No puedo dejar de mencionar que nuestro colegio era un Colegio Público que tenía que atender a 60 alumnos por clase dada la inmensa demanda de padres que valoraban tremendamente la formación ahí brindada. Hoy, con pena, veo que mi viejo colegio se ha convertido en un ente Estatal que cuenta con una recientemente remozada infraestructura que ya hubiésemos querido tener entonces pero en el que, sin embargo, las mismas aulas hoy albergan sólo a unos 15 alumnos por clase que lamentablemente no pueden tener la formación que nosotros sí tuvimos. 40 años de "reformas educativas" no parecen haber mejorado mucho más que la infraestructura y el equipamiento, pero la educación es mucho más que ello, es interacción entre personas y ahí es donde las cosas no han andado bien.

Rendir un tributo de gratitud a Ricardo Zapata es también recordar lo que significa Educación en un país que parece no saberlo, no recordarlo, o al que, simplemente, no le importa.

2 comentarios:

  1. Me sumo al Tributo y Gratitud a Don Ricardo Zapata Arias, gran profesor, gran entrenador, gran guia y Gran Amigo... Un abrazo / Christian L. Caballero

    ResponderEliminar
  2. César,un merecido reconocimiento público a Ricardo Zapata Arias, Gran Maestro, que con su ejemplo marcó huellas positivas en todos nosotros.
    Felicitaciones por el Blog.
    ¡Un abrazo!...
    Justo Enrique Cabrera Villa.

    ResponderEliminar