21 diciembre, 2013

El enfoque-comunicativo textual en un mundo ágrafo

En los últimos años, tanto en el Perú como en diversas partes del mundo, se ha difundido y consolidado un enfoque para el desarrollo de competencias comunicacionales (incluyendo la lectura) conocido como el enfoque comunicativo-textual.

Haciendo lo que tal vez sea una sobre-simplificación, este enfoque postula algunas ideas centrales:

1. Lo que es preciso desarrollar son las competencias comunicacionales de las personas. Así, la lectura no es vista en función de las operaciones mecánicas que incluye, sino y fundamentalmente como un acto comunicativo que comparte ese carácter con otras formas de comunicación como la oral, gestual, etc.

2. Este énfasis en la comunicación significa también que la lectura no es un proceso de "absorción" de lo dicho en un texto, sino un proceso de interacción en el que el significado es construido en el proceso que une al que escribe, con el que lee, y con el texto en un contexto comunicativo dado.

3. En este marco, los diversos propósitos, características y situaciones en las que se lee, no son irrelevantes, todo lo contrario, son el corazón del acto comunicativo bajo la forma de lectura (o de escritura).

La tremenda pertinencia de un enfoque como éste es bastante evidente, especialmente si se compara con formas tradicionales de enseñanza de la lectura, en el que el texto es desprovisto de contexto (perdiendo significado) y se sobre-enfatiza la mecánica de la lectura.

En términos prácticos, y de nuevo tremendamente simplificados, esto significa que se debe abandonar estrategias de enseñanza que olvidan la naturaleza comunicativa en favor de la mecánica de la lectura. Por ejemplo, no cabe pensar que la lectura se adquiere de la mejor manera mediante la capacidad para decodificar grafías, unirlas en sílabas y palabras, todas ellas aisaladas y, por lo mismo, desprovistas de contexto que es clave para que tengan significación. Así, no se aprendería a leer "gato" de modo asilado y menos "ga"+"to" (silábicamente) o, peor aún ""g"+"a"+"t"+"o"; sino mediante la interacción de un texto en el que la palabra "gato" sea un componente. Por ejemplo, una pequeña historia en la que un gato juegue un papel central.

Por otra parte, el enfoque comunicativo-textual descansa en el reconocimiento de que el texto escrito es parte de la cultura y, por lo tanto, uno debe tomar en cuenta que las personas están, desde edades muy tempranas, expuestas a textos escritos de donde, las palabras/sílabas/sonidos aislados representan una ruptura con el entorno, digamos, "natural" al que están expuestos los estudiantes.

Todo esto no sólo suena extremedamente razonable, sino que en efecto es de crucial importancia para evitar una disociación perniciosa entre el texto escrito y el significado y, con ello, entre el texto escrito y el mundo.

Biondi y Zapata (1988) mostraron como la disociación entre la forma de enseñanza de la lectura y la realidad del estudiante, conllevaba a profundos problemas vinculados al desarrollo de la capacidad lecto-escritora (de los que las fallas ortográficas son sólo una manifestación) y de percepción del valor del texto escrito.

Al mismo tiempo, sin embargo, hay al menos dos problemas sustantivos a considerar cuando se implementa un enfoque como éste en un país como el nuestro. El primero tiene que ver con las habilidades de los docentes para manejarlo. No voy a entrar en este tema en este post, sin embargo, no es un pregunta trivial.

Este post quiere destacar un segundo elemento que tiene que ver con la realidad del país: ¿cómo opera el enfoque comunicativo-textual en una cultura fundamentalmente oral? ¿cómo opera en un entorno de baja densidad letrada como es una gran parte del país, especialmente, en espacios locales más deprimidos?

Si uno ve, por ejemplo, la información complementaria a las pruebas que produjo un estudio como PISA en 2009, notará que un 30 por ciento de los estudiantes de 15 años de edad matriculados en secundaria declaró tener 10 o menos libros en casa (lamentablemente, no se puede determinar en cuántos casos el valor era cero) al tiempo que un 93% declaraba tener al menos un TV (y 50% dos o más TVs). No es necesraio que detalle estos valores según áreas urbanas  rurales, o según nivel socio-económico ya que es fácil imaginar cómo cambiarían las cosas. A manera de ilustración sólo diré que en Finlandia el porcentaje de estos estudiantes con 10 o menos libros en el hogar es menor al seis por ciento.

El problema que me preocupa es que no es lo mismo plantear un enfoque como éste en un mundo de presencia significativa del material escrito que hacerlo en un país (y en especial en algunas localidades) donde el texto escrito es ajeno. Ilustrando exacerbadamente las cosas, uno podría pensar que la famosa escena entre el Padre Valverde y Atahualpa en la Plaza de Cajamarca ejemplifica lo que significa presentar un texto íntegro a una persona que no ha sostenido relación alguna con el texto escrito a lo largo de su vida.


Guamán Poma de Ayala (1615)
Nueva Crónica y Buen Gobierno. Página 386
Disponible en Det Kongelige Bibliotek
Quisiera una vez más referirme a las investigaciones de Biondi y Zapata (2006) sobre el tema de la oralidad en el Perú. Una cosa que los autores han mostrado con una tremenda sensibilidad y precisión es que el texto escrito en el Perú suele ser una presencia ajena. el libro llegó (si acaso) a los peruanos después de la radio y la TV que tendieron a fortalecer la oralidad del país. Las comunicaciones electrónicas actuales (incluso cuando mediadas por un teclado) se incorporan y fortalecen el caracter instantáneo de la comunicación oral.

No reparar en la profunda oralidad (y casi ausente escribalidad) de la cultura peruana puede tener profundas consecuencias sobre la labor educativa. ¿En qué medida el conocimiento de este atributo de la cultura informa la formación docente y la opción por enfoques pedagógicos para la enseñanza de la lectura? Prefiero dejar esto sólo como pregunta ya que siento que me falta evidencia robusta para afirmar lo que muchos tememos.

Quiero que quede claro que no estoy cuestionando ningún enfoque, sólo digo que ningún enfoque va a funcionar si no toma en cuenta la condición de partida de los estudiantes y las competencias de los docentes para desarrollar dicho enfoque, en contextos específicos y con estudiantes de carne y hueso. La reflexión educativa en el Perú necesita empezar por entender el lugar central de la oralidad y la ajenitud de lo escribal.

Finalmente, una cosa que también me preocupa en este ámbito es la necesidad de buscar "el" enfoque adecuado. ¿No será más bien que, como en cualquier otra profesión, es posible pensar en diversidad de enfoques? ¿No será posible asumir que dada la diversidad de situaciones de los estudiantes, diversos enfoques pueden tener distintos grados de pertinencia y valor? 

A fin de cuentas, algunos aprendimos a leer con enfoques distintos (que reposaban en la transparencia ortográfica del castellano escrito) y no nos fue tan mal en una vida donde el texto escrito es central.

Referencias:

Biondi, J., & Zapata, E. (1988). Ortografía: error o problema? Lima: Universidad de Lima, Facultad de Ciencias Humanas.


Biondi, J., & Zapata, E. (2006). La palabra permanente: verba manent, scripta volant : teoría y prácticas de la oralidad en el discurso social del Perú. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.

1 comentario:

  1. Si vamos a las raíces del enfoque comunicativo-textual veremos que éste fue pensado para la enseñanza de una segunda lengua para personas adultas, universitarios y gente que terminó la secundaria. Por esa razón la mayoría de investigaciones -publicadas en revistas arbitradas- sobre este enfoque se han hecho a nivel de educación superior, muy pocos en secundaria, casi ninguno en primaria y prácticamente ninguno en educación inicial. Esto se puede corroborar rápidamente buscando en Scopus o Web of Science.

    Por lo tanto, no entiendo cuan pertinente puede ser el enfoque comunicativo-textual cuando no se ha investigado a nivel de educación inicial o primaria, aunque sí bastante a nivel de educación superior, que es de dónde proviene.

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