06 mayo, 2019

La escuela boba (vi): la escuela y la comunidad local

La escuela, asimismo, no puede ser vista de modo aislado del espacio local en el que opera. Esto se deriva, por un lado, de la importancia del entorno para las actividades escolares (por ejemplo, un entorno denso en términos letrados favorece el desarrollo de las capacidades lectoras) y, por otro lado, de las posibilidades que tiene la escuela como foco o articulador de las labores educativas y culturales de la comunidad.
En el primer ámbito mencionado se encuentra la recuperación de la cultura local. La escuela no debe estar cerrada sobre sí misma y sobre los objetivos, materiales e indicaciones que recibe desde un gobierno central; necesita estar abierta a la comunidad a efectos de aprender de ella (por ejemplo, acogiendo tradiciones, costumbres y prácticas locales como parte del desarrollo de la identidad local; las escuelas en las zonas maorí de Nueva Zelanda justamente incorporan en sus labores a los líderes mayores de la comunidad de modo que estos relatan historias que transmiten la cultura propia al tiempo que le da cotidianeidad, sentido y valor), así como para evitar el aislamiento tan propio de la cultura académica y pensar el mundo y sus problemas a partir de la realidad tangible del propio entorno.
En el segundo ámbito mencionado se encuentra la importancia de la escuela como presencia estatal. En este sentido, la escuela puede convertirse en el nodo de acceso a diversos servicios al ciudadano, y en una dinamizadora de la vida local.

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