06 mayo, 2019

La escuela boba (iv): la socialización

Al mismo tiempo, la escuela es un espacio central en el que nos encontramos con “otros”, es decir, con personas que vienen de y pertenecen a espacios personales, familiares y sociales que son, en diversos planos, propios de cada uno (concretos en tanto sintetizan múltiples elementos) y, por ello, diferentes entre sí. Esta característica de la escuela la convierte en un espacio particularmente ventajoso para desarrollar nuestro sentido de pertenencia a una comunidad mayor (la especie humana) que es diferente del espacio local-concreto en el que cada uno vive (de su propia tribu o panaka o, mejor dicho, de las diversas y siempre específicas tribus o panakas de las que uno hace parte) y donde, por lo mismo, la construcción de un sentido mayor de igualdad en nuestra condición humana puede desarrollarse aprendiendo a valorar (no “tolerar” como si se tratase de un mal inevitable) las diferencias como un elemento consustancial a nuestra humanidad y que enriquece la vida de todos.
En este orden de ideas, la escuela es clave para aprender a desarrollarnos como individuos que convivimos con otros y forjar, en esa convivencia, nuestro propio sentido del yo –nuestra identidad personal. Esta condición supone el reconocimiento de una condición humana común (todos como sujetos iguales en nuestra dignidad y libertad) que es la base de una vida democrática donde el respeto mutuo y el ejercicio responsable de nuestra libertad (es decir, ejercerla afirmando la dignidad de todos) sea un hilo conductor de toda la experiencia. Esto nos permite aprender a conversar para aprender de modo conjunto y no solo debatir para convencer o, peor aún, para derrotar a otros. Las pautas que marcan una vida plena tanto en lo personal como en tanto miembro de una comunidad humana (democrática) pueden y deben ser objeto central de la experiencia de aprendizaje de los niños.
Por ello, uno de los problemas cruciales de la escuela es evitar la segmentación. Mientras más homogéneos sean los estudiantes en un grupo, menos oportunidades tienen de aprender que todos somos parte de una especie, y de aprender de (y valorar) lo que es siempre distinto en un plano concreto. Esto refiere a cosas tan básicas como la segmentación por sexo (por ello es importante la co-educación), por niveles socio-económicos (algo de lo que el Perú adolece de un modo dramático y más dramático aún porque no se habla de ello –excepto por la insistencia, que siempre agradezco, de Manuel Bello), por la pertenencia a diferentes grupos étnicos o culturales, o por creencias religiosas (algo que es incluso más invisible en el Perú). En este terreno es que hay que repensar la graduación por edades como forma única de organizar las actividades escolares ¿acaso no sería deseable que exista un conjunto importante de actividades que atraviesen y reúnan a la comunidad estudiantes de un modo diferente a la organización por fecha de manufactura?

Continúa acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario