06 mayo, 2019

La escuela boba (viii): más allá de la escuela

Este texto se enfoca en la educación de niños y, de ésta, en aquélla que es organizada a través de lo que hoy conocemos como escuelas. Sin embargo, ni la educación de los niños termina en éstas, ni los problemas educativos de un país (y hasta la propia escuela de los niños) termina en la niñez.
La educación que queremos no puede desdeñar el hecho que el aprendizaje es un proceso que hace parte de la experiencia humana a lo largo de todas nuestras vidas. Por lo tanto, no se trata de considerar exclusivamente los primeros años de vida y luego, asumir, que se acabó la experiencia educativa y que, con suerte, los adultos ya están equipados para vivir con aquello que se hizo en la educación básica.
En el Perú, tenemos desafíos mayúsculos en la educación de adultos justamente por qué durante décadas hicimos las cosas muy mal en la educación básica, en la superior y poca importancia le dimos a la educación continua. La mayor parte de los peruanos adultos de hoy ha completado al menos una fracción de una educación básica que no merece ese nombre. Eso ayuda a entender muchos de los problemas que enfrenta el país ahora.
Más allá de ello, es importante comprender que la educación de las personas no se limita a las actividades de aprendizaje que tienen un carácter intencional y estructurado en un sistema educativo; las personas aprendemos en todos los espacios en los que nos movemos, en todas las relaciones que sostenemos, en todas las experiencias que tenemos. Por lo mismo, es importante rescatar la idea, presente en el actual Proyecto Educativo Nacional, de fortalecer o desarrollar el carácter educador de la sociedad en su conjunto. Esto supone hacer explícitas las responsabilidades educativas que tienen los diversos agentes en caso ellos no sean conscientes de ello, lo que, en sí mismo, es un problema educativo mayúsculo.
Adicionalmente, es importante considerar que existen en la sociedad agentes que están interesados en contener el aprendizaje, desvirtuarlo o, simplemente, promover la ignorancia, el prejuicio y la barbarie. Sería extremadamente insensato y, por lo mismo, peligroso no tomar esto en cuenta y asumir que existe un interés universal en promover el desarrollo de las personas. En particular, agrupaciones delictivas o aquéllas asociadas a creencias (religiosas o no) caracterizadas por el dogmatismo y formas autoritarias de organización, son agentes que es necesario considerar para contener y, eventualmente, disolver la influencia que logran.

Continúa acá.

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